Chimeneas decorativas para la casa del campo
Una nueva vida en el campo
Un lugar donde empezar de nuevo y olvidar la agitación de la gran ciudad. Así es esta casa de espíritu tranquilo y con todas las comodidades para hacer de la vida diaria un auténtico placer.
De la inspiración sw las arquitectas Elisenda Calvet y Marta Español surgió esta acertada combinación del estilo rústico con las comodidades más actuales para la vida diaria. El punto de partida del proyecto fue el firme propósito de los propietarios de llevar un ritmo de vida más relajado y pasar más tiempo en familia: por ello eligieron este rincón de montaña, en la provincia de Barcelona. Aunque la gran ciudad está a tan sólo media hora de coche, el hecho de tener aquí su residencia ha cambiado en gran medida su estilo de vida, tal como ellos lo deseaban; un cambio al que ha contribuido también el nacimiento de su primera hija. Ahora, la propietaria quiere establecerse por su cuenta y desarrollar en casa su actividad profesional, mientras que su marido ha buscado trabajo a pocos kilómetros de este tranquilo entorno, en una localidad cercana.
De todos esos anhelos estaban informadas las arquitectas encargadas de proyectar la casa: Elisenda y la propietaria son amigas de la infancia, de forma que la comunicación no pudo ser más fluida durante todo el proyecto y construcción. El resultado ha sido esta casa, perfecta para una pareja con una hija de pocos años y muchas ganas de vivir en un entorno de calma; una casa diseñada a medida, y decorada luego con el mayor cuidado y esmero. Esa suma de afortunados factores se hace muy visible apenas se pisa esta casa.
El característico techo a dos aguas, por ejemplo con el carisma de las vigas de madera impregnando el aire del salón, se combina con la voluntad de apertura de todo el ambiente: desde el sofá, se abarca con la vista la cálida atmósfera de un comedor con visibles toques coloniales y, al fondo, la invitación de la escalera de obra y madera que sube hacia la zona de noche.
Un lugar donde empezar de nuevo y olvidar la agitación de la gran ciudad. Así es esta casa de espíritu tranquilo y con todas las comodidades para hacer de la vida diaria un auténtico placer.
De la inspiración sw las arquitectas Elisenda Calvet y Marta Español surgió esta acertada combinación del estilo rústico con las comodidades más actuales para la vida diaria. El punto de partida del proyecto fue el firme propósito de los propietarios de llevar un ritmo de vida más relajado y pasar más tiempo en familia: por ello eligieron este rincón de montaña, en la provincia de Barcelona. Aunque la gran ciudad está a tan sólo media hora de coche, el hecho de tener aquí su residencia ha cambiado en gran medida su estilo de vida, tal como ellos lo deseaban; un cambio al que ha contribuido también el nacimiento de su primera hija. Ahora, la propietaria quiere establecerse por su cuenta y desarrollar en casa su actividad profesional, mientras que su marido ha buscado trabajo a pocos kilómetros de este tranquilo entorno, en una localidad cercana.
De todos esos anhelos estaban informadas las arquitectas encargadas de proyectar la casa: Elisenda y la propietaria son amigas de la infancia, de forma que la comunicación no pudo ser más fluida durante todo el proyecto y construcción. El resultado ha sido esta casa, perfecta para una pareja con una hija de pocos años y muchas ganas de vivir en un entorno de calma; una casa diseñada a medida, y decorada luego con el mayor cuidado y esmero. Esa suma de afortunados factores se hace muy visible apenas se pisa esta casa.
El característico techo a dos aguas, por ejemplo con el carisma de las vigas de madera impregnando el aire del salón, se combina con la voluntad de apertura de todo el ambiente: desde el sofá, se abarca con la vista la cálida atmósfera de un comedor con visibles toques coloniales y, al fondo, la invitación de la escalera de obra y madera que sube hacia la zona de noche.
El desafío era estimulante. Se trataba de hacer realidad un deseo que, hoy por hoy, muchos creen un sueño irrealizable: el de vivir a un ritmo más sosegado, pasar más tiempo en casa viendo los troncos arder en la chimenea decorativa de diseño del salón o disfrutando de agradables sobremesas en el comedor familiar, junto a la chimenea de bioetanol, apenas separado del jardín por unos enormes ventanales. En definitiva, hacer cotidiano un placer que parece reservado sólo para el fin de semana. Es cierto que las arquitectas debieron refrenar, también, algún que otro sueño, como el de tener una sala de billar o una bodega, que deberán esperar a una segunda fase de construcción de la casa. Como el presupuesto obligaba a establecer prioridades, se acordó que lo mejor era invertir en materiales de calidad: presencia fuerte de la madera en toda la casa, no sólo en los techos sino también en los armarios, muebles de baño, el vestidor e incluso en los zócalos. En la cocina los muebles de cerezo se han combinado con otros laminados en blanco, mientras que las encimeras son de mármol natural, sin pulir.
El estilo decorativo de la casa es un curioso punto de encuentro entre el cariño por lo antiguo -po ejemplo, la gruesa viga de la cocina que recorre el ventanal que da al jardín, o la campana de obra- y la funcionalidad de lo nuevo: luces, pomos o cerramientos exhiben un inequívoco diseño moderno. Este contraste, y la ausencia de cualquier material brillante -una preferencia que las arquitectas tuvieron muy presente al elegir los tratamientos y acabados para los revestimientos y las maderas- consiguen una atmósfera muy relajante, en armonía con el entorno natural.
Los techos de la casa, de pino como la pérgola del jardín, se tiñeron de oscuro en un tono iroco, la madera de la que está hecha tanto la carpintería general como el parquet que cubre el primer piso o el macizo mueble del baño, hecho a medida, y que al estar rodeado de piedra natural, se ve todavía más imponente.
El estilo decorativo de la casa es un curioso punto de encuentro entre el cariño por lo antiguo -po ejemplo, la gruesa viga de la cocina que recorre el ventanal que da al jardín, o la campana de obra- y la funcionalidad de lo nuevo: luces, pomos o cerramientos exhiben un inequívoco diseño moderno. Este contraste, y la ausencia de cualquier material brillante -una preferencia que las arquitectas tuvieron muy presente al elegir los tratamientos y acabados para los revestimientos y las maderas- consiguen una atmósfera muy relajante, en armonía con el entorno natural.
Los techos de la casa, de pino como la pérgola del jardín, se tiñeron de oscuro en un tono iroco, la madera de la que está hecha tanto la carpintería general como el parquet que cubre el primer piso o el macizo mueble del baño, hecho a medida, y que al estar rodeado de piedra natural, se ve todavía más imponente.
Parte de esa naturalidad, de esa frescura que reina en todos los espacios, se debe a la reticencia de sus habitantes a convertirlos en un muestrario de estilos y colores. La base de toda la vivienda es el tono marfil, excepto dos paredes pintadas de un gris azulado - la del comedor y la de la escalera-, que crean un atractivo juego, y el cuarto infantil, decorado con rayas azul celeste. Todo, aún, huele a nuevo, y lo cierto es que todavía no han llegado muchos muebles que, conociendo el gusto de los propietarios, serán seguramente de aire colonial.
Habrá que esperar, también, a que el pequeño huerto empiece a dar sus frutos, quizás cuando los propietarios puedan, por fin, dedicarle el tiempo que aún no han tenido: con una niña pequeña y una mudanza recién hecha no sobran los ratos de ocio... Cuando las encinas vayan abrazando poco a poco el jardín, y de las rocallas -construidas para salvar el desnivel que la montaña impone al terreno- emerja el aroma del romero, de la menta y la lavanda... Entonces, cuando el olor de los higos endulce el verano, y las ramas cargadas de cerezas casi se cuelen ventanas adentro, la casa adquirirá su definitiva y generosa personalidad.
Publicado por ITALDecor siguiente blog
Habrá que esperar, también, a que el pequeño huerto empiece a dar sus frutos, quizás cuando los propietarios puedan, por fin, dedicarle el tiempo que aún no han tenido: con una niña pequeña y una mudanza recién hecha no sobran los ratos de ocio... Cuando las encinas vayan abrazando poco a poco el jardín, y de las rocallas -construidas para salvar el desnivel que la montaña impone al terreno- emerja el aroma del romero, de la menta y la lavanda... Entonces, cuando el olor de los higos endulce el verano, y las ramas cargadas de cerezas casi se cuelen ventanas adentro, la casa adquirirá su definitiva y generosa personalidad.
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